“Nuestro albergue puede alojar en su interior y para
pernoctar hasta 21 personas, el triple que la mayoría
de casas rurales”300 AÑOS DE HISTORIA CON MUCHO FUTURO. Cuando Franc Llatser y su familia adquirieron una enorme finca de cítricos en Santa Magdalena de Pulpis, la masía que la complementaba no dejaba de ser un espacio prácticamente en ruinas que adecentaron para poder usarlo para el día a día de trabajos en la finca y también como punto de encuentro de la familia. Entre tertulia y tertulia, siempre surgía la idea de transformar esa edificación de más de tres siglos de historia en un lugar con futuro. “Hace 13 años hice el proyecto de restauración. Se trataba de un plan integral y suponía una importante inversión”, explica Franc Llatser, el promotor y gerente del negocio. Para financiarlo, esperaban un año con una buena cosecha, algo que nunca llegaba. Sin embargo, conocer la existencia de los fondos Leader abrió la puerta a que aquellas ideas iniciales se transformaran en el albergue rural El Maset.
Se trata de un producto completamente diferente a los que se encuentran en la zona. “Somos un albergue con una capacidad de hasta 21 plazas, el triple que la mayoría de casas rurales”, incide Llatser. E indica que las habitaciones tienen una capacidad entre dos y ocho personas. “Estamos al lado de la Serra d’Irta y el Prat de Cabanes/Torreblanca” por lo que es un lugar muy buscado por grupos de senderistas y también hemos pensado que tendrá mucho éxito entre los ciclistas, pues contamos con unas rutas espectaculares a nuestro alrededor”, indica. Un público potencial al que, en estos dos años desde la apertura, ya se han unido familias y grupos de amigos que se reúnen para pasar unos días de desconexión y descanso en un entorno natural único y junto a dos de los 22 parques naturales de la Comunitat Valenciana. Un espacio en el que el sabor rural se entremezcla con el salitre de las calas que bordean la sierra y que forma parte de una curiosa ruta en bicicleta que va de Cádiz a Atenas (Eurovelo).
El Maset va abriéndose a nuevas opciones y la flexibilidad de sus dueños, junto a su esencia versátil han convertido a este singular albergue ya no solo en un lugar dónde apagar el móvil y dejarse llevar. En los últimos meses también se ha transformado en un espacio para celebrar diferentes eventos, como bautizos, comuniones y bodas, de los que ya cuentan con reservas para el 2023; así como todo tipo de actividades –desde reuniones de amigos, retiros espirituales, a cumpleaños…–. “Nosotros damos a los organizadores toda la libertad para que elijan con quién quieren trabajar pero, en el caso de que no sepan a dónde acudir, les facilitamos empresas de catering, de organización de fiestas, animación, colchonetas… lo que necesiten”, informa.
Y es que este albergue rural ha aportado a Santa Magdalena y la comarca no solo un servicio del que no disponían, también ha ayudado a dinamizar su comercio. Al respecto, Llatser dice que “lo primero que hacen nuestros clientes es ir al pueblo a comprar a los comercios locales. En el patio de El Maset tenemos una gran barbacoa situada bajo un porche de la cual a veces las brasas no se apagan en todo el dia”. Además, este emprendedor pone el acento en su perfil sostenible, pues la masía utiliza energías renovables, como la solar y la biomasa.
En cuanto al balance de estos dos años de trabajo, lo considera bueno, teniendo en cuenta que se trata de una inversión a largo plazo. Con todo, reconoce que la ayuda de los fondos Leader y la colaboración del Grupo de Acción Local (GAL) Maestrat-Plana Alta en su gestión han sido fundamentales para llevar a cabo este proyecto que llevaba 13 años esperando y para lograr rentabilizarlo en un menor plazo de tiempo. “El alcalde de Santa Magdalena, Sergio Bou, fue quien nos informó de esta opción y sin ella no hubiéramos podido sacar adelante nuestro sueño al 100%”, afirma agradecido.
Pero Franc Llatser y su familia están dispuestos a sacar el máximo partido a este espacio único. Es por ello que, entre sus planes, figuran seguir mejorando y no descartan ir ampliando actividades según posibilidades y demanda del mercado. Como ofrecer una nueva y amplia zona de eventos en el espacio que ocupa la parcela de olivos, con la opción de poner carpas en las que estos árboles formen parte de la decoración floral. Y ya han tenido algún contacto con el agroturismo, en forma de visitas guiadas, sobre el mundo de los cítricos, y degustaciones de fruta fresca y elaborados. “El mundo rural nos da muchas oportunidades y hay que saber aprovecharlas”, concluye.
